miércoles, 21 de septiembre de 2016

Gracias


Séptimo aniversario
Gracias a todos los que estáis hoy aquí acompañándonos y recordando a Jon.

Gracias a nuestros amigos compartidos de infancia y juventud que como Manoli me llama o escribe de vez en cuando para ver como seguimos o como Loli, que tan contenta me recordó el año pasado que el día 4 de noviembre compartíais vuestro cumpleaños.

Gracias a tus amigas y compañeras de clase que de vez en cuando le cuentan a tu madre en clase de bolillos anécdotas en la que recuerdan lo echado para delante que eras.

Gracias a tus amigos, a Paco, que con motivo de este aniversario ha colgado una fotografía tuya con Luisa de cuando os conocisteis allá por los años ochenta. A aquellos que te escriben un artículo en su revista para homenajearte y recordarte.

Gracias a mis amigos, a Silvia, que simplemente me escribió un mensaje el sábado 17 en el que me contó lo que estaban haciendo ellos y me preguntó que qué hacíamos nosotros. Le respondí y no hicieron falta más palabras, yo sabía que se había acordado de nosotros y se lo agradecí en el alma.

Gracias a amigos compartidos con tu madre, como Tomi, que llama para preguntar cuando será tu misa.

Gracias a tu madre, a nuestra amatxu, por educarnos de esta forma, por ser siempre nuestro apoyo, por estar ahí con nosotros.

Gracias Jon por existir. Cuando estaba yendo a la psicóloga me hizo una pregunta que me dejó perpleja: “¿hubieses preferido que Jon no existiera para no sufrir este dolor?” “Claro que no”, respondí como un resorte. “¿Cómo iba a preferir eso? Mi vida no sería mi vida sin mi hermano, no tendría sentido.”

Gracias.
P.D. Jon y Luisa, los dos nos esperan ya desde el otro lado.


sábado, 17 de septiembre de 2016

De vuelta




17 de septiembre, 7 años

Jon, tu madre quiere que escriba hace tiempo pero ahora estoy en una etapa en el que el hecho de escribir se me hace cuesta arriba. Creo que por hacerlo el dolor será más evidente.

En nuestra familia, te nombramos todos los días por un tema u otro. Básicamente porque vienes a nuestra memoria por cualquier detalle, ya sea por un cartón de huevos de más que no compramos para tí o porque al desayunar recordamos que querías un tostador más grande como el que hay en casa, que no te era suficiente con el que tenías en Punta. En realidad, son cosas insignificantes pero que hacen que vengas a nuestra memoria y a nuestra conversación varias veces al día.

Eso, además de las veces que te recordamos interiormente y no compartimos con nadie. Aún la incredulidad está en nosotros y seguimos sin creer que no volveremos a verte.

Estos son días de recuerdos de aquellos últimos días, risas, charlas, discusiones e incluso de imágenes que permanecen en el cerebro, como fotos fijas de aquel momento en que todo cambió.

Es curioso que cosas triviales en otras situaciones puedas recordarlas vívidamente, un paseo contigo por el hospital, una mirada cómplice por la noche, hacerte un cartel que dijera “prefiero la charla a la siesta, despertadme”, esas pocas patatas de luxe que comiste ávido y contento al día siguiente de la intervención en que te hicieron la prueba pulmonar, tu sonrisa que acompañaste con un saludo al entrar en la UCI.

Mi hermano, te fuiste y aquí quedamos el resto. Sigues con nosotros.