17
de marzo de 2015, 5 años, 6 meses
Después
de 16 años acompañándonos, Yoda nos ha dejado y con él se nos ha
ido parte de nuestra vida y de la tuya.
Para
ser gato ya tenía una edad considerable y un fallo renal ha podido
con él a pesar de nuestros cuidados. Siempre fue un gato listo,
sabía abrir una ventana o una puerta, y se colocaba junto a alguna
ventana de arriba para que le subieras la persiana para él ponerse a
tomar el sol y divisar toda la calle.
Salía
a recibirnos cuando llegábamos a casa aunque eso sí, cuando lo dejabas
sólo un día completo, se enfadaba con nosotros y trotaba
para arriba y para abajo demostrándolo. Si estaba en el patio, al
oír nuestro coche pasaba por debajo de la cancela y se tiraba a tus
pies en la acera para que le acariciaras. Si estaba dentro, bajaba
trotando la escalera a tu llamada e incluso ya estando muy enfermo lo
hizo lentamente a mi llamada dos días antes de su muerte.
Se
levantaba junto a mí cuando salía temprano por la mañana al
trabajo solicitando su comida e incluso este último lunes salió del
cuarto de tu hermano con el que estaba durmiendo y bajó conmigo colocándose junto a la estufa,
mirándome allí plantado como diciéndome: “estoy aquí esperando
para que me la enciendas” y eso hice. Lo cierto es que la edad es un grado y si estabas atenta notabas lo que quería decirte con sus gestos.
Cada
uno tenía su función para él, tu padre debía darle comida, tu
hermano juegos y cariño y tu madre y yo comida y mimos. A tí
también iba a pedirte caricias y cuando en la siesta estabas viendo
el canal de decoración se te colocaba encima y lo acariciabas sin
que nadie te viera.
Todos
hemos disfrutado mucho de esa compañía que nunca te faltaba y
aunque sabemos que era mayor y que hicimos cuánto pudimos, su
muerte, en la que lo hemos acompañado hasta el final, nos ha
afectado muchísimo y aunque parezca estúpido nos ha retrotraído
hasta la tuya que seguimos sin admitir.
Jon,
te seguimos necesitando muchísimo. Un beso hermanito.
P.D.
Yoda junto a Tigre en la ventana de casa, uno de sus sitios
preferidos, sobre todo en invierno por ser el último lugar en que daba el sol antes de anochecer.