El
otro día me dijo mi Josebe que en lo que decía Jon de nosotros
sobre que de pequeños os criasteis en una felicidad que ahora no
teníamos no llevaba razón porque estábamos en una etapa de persona
mayor en la que él tenía que luchar por su felicidad.
Empezaré
con el catecismo con la música de Miliki llamando desde la torre de
la Iglesia. Nosotros estábamos cerca ya que la escuela era
parroquial y nuestra casa también. La campana no nos molestaba,
supongo que a todo se acostumbra uno.
Fue
en la catequesis donde hicisteis tus primeras obras de arte: una
cruz de cerámica con unos trocitos rotos de distintos colores (ahí
te ayude un poquito con el pegamento) y una Virgen que pintaste a
partir de una que te habían regalado de chico.
Te
hubiesen dado el primer premio de pintura pero decían que eras muy
pequeño para pintar aquello (creían que lo había hecho yo) y yo te
dije que cogieras el cuaderno y lo hicieras delante del cura pero tu
muy orgulloso no quisiste hacerlo y te dieron el segundo.
Desde
pequeño se le notaba el arte, primer premio de la juventud, 1º, 2º
y 3º en Gibraleón, …
Fue a
Sevilla a estudiar Bellas Artes que con sus aptitudes le fue fácil,
premio de pintura, becado y premio en El Paular de Segovia.
Mientras
estaba en el Paular con la beca exponía en Punta Umbría, así que
nosotros tuvimos que montar la exposición y el vino en avión a la
inauguración. El hizo los preparativos con música incorporada y
nosotros seguimos sus instrucciones. Esta fue su primera exposición
individual.
Así
siguieron los años y con ellos las exposiciones y otros trabajos que
iba haciendo.
Estuvo
de profesor en Sevilla pero no aguantó más y me dijo: “ama me voy
con otros compañeros a San Francisco”. Me quedé mirándole y le
dije que como se iba a ir tan lejos y me contestó: “si no voy
ahora que tengo 25 años, ¿cuándo voy a ir?” y le comprendí.
En
los cinco años que estuvo no dejamos de tener contacto con él, nos
llamábamos por teléfono, nos escribíamos, su hermana y prima iban
y el venía por navidades. Se le mandaban paquetes con jamón,
queso, morcón y algún que otra cosa. Lo malo es que en una de las
veces en la aduana detectaron que llevaba chacina y se le quitaron
(está prohibido por ser carne cruda) dejando el queso y los
regalos. Lo hicieron también a la vez siguiente por lo que dejamos
de enviar la chacina.
Por
problemas familiares se tuvo que volver y conoció a Enrique
Montenegro, una persona buena al que todo le parecía poco para los
demás. Le busco el trabajo de dar clases de pinturas y comenzó la
andadura de la escuela de pintura de Aljaraque.
El
pensaba algún día volver a San Francisco pero la vida le tenía
guardado otro destino y en el año 2009 se nos fue, creo que sin
saber él mismo lo que le ocurría y nosotros tampoco.
Como
me dicen mis amigas, era su destino. Así como fue un regalo de Dios,
así nos lo quitó cuando no estábamos preparados para ello.
Un
beso a mi trasto.