24 de junio, tercer San Juan sin ti.
Este día me aterraba. No he caído en ello hasta el día anterior pero lo he estado barruntando desde que me dí cuenta que el domingo sería San Juan.
No podemos hacernos los locos porque también es el santo de tu padre pero yo hubiese preferido obviarlo.
¿Es la fecha?, ¿es que se aproxima el verano con un nuevo ciclo?, ¿será la ansiedad sufrida estos días con tu madre?
Ha llegado algo de normalidad después de dos meses y con ella una nueva recaída fuerte.
La falta sigue estando ahí, la no aceptación de no poder verte más ¿es que eso es posible?, el dolor, los recuerdos de esos últimos días que parecen fueron ayer.
Me sigue sorprendiendo que a la gente le extrañe que te acuerdes con nitidez de ello, ¿es que acaso puede olvidarse? Me sigo sintiendo incompleta.
Al despertar me acordé de ti y te felicité y al acostarme mi último pensamiento como casi cada día fue para ti pero justo momentos antes tuvimos una ¿señal? tuya como diciendonos que allí estabas.
Muchas felicidades hermanito, a tu padre y también como no a Juanjo y a Jon Andoni que andará por ahí contigo.
domingo, 24 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
El Niño Jesús de la mesilla
17 de junio, 2 años, 9 meses
Hola Jon. Estoy mirando el Niño Jesús de la mesilla y Él me une a ti.
El Niño Jesús fue un regalo de mis alumnas y como era tan pequeñito con su dedito en la boca lo coloqué en una caja transparente de chocolatinas y la verdad es que el arreglo salió bastante bien o al menos, a mí me gustó.
Lo cierto es que hubo otro al que no tanto y cada vez que venía a Sevilla metía la cajita en el cajón de la peinadora y ¡tan fresco!.
Venía yo más tarde y el Niño otra vez a su sitio.
Josebe no se enteraba de nada, esos eran los trapicheos de nosotros dos y ahora cuando miro la cajita se me hace un nudo en la garganta, la acaricio con los dedos y con eso sabe lo que quiero decirle. Tú has sabido más que yo, cuídamelo y acaricia sus manos de mi parte que también son las mías. Tú así lo quisiste.
Jontxu, Jontxu.
sábado, 9 de junio de 2012
El collar de caracolas
Jon he abierto el cajón de nuestro cuarto en Sevilla y como siempre me encuentro con el collar que me trajiste de Mazagón.
Fue al primer sitio al que fuiste sólo. Un campamento al que ibas loco de contento y como todos tus compañeros dinero tenías poco, sólo para algunas chuches, pero a ti te faltó tiempo para comprarlo. Es que eras un cielo y por aquel entonces tendrías unos 8 años más o menos.
Una vez, cuando ya tendrías un par de añitos más, me viniste con el collar en mano a preguntarme: “mamá, ¿por qué nunca te pones el collar que te traje de la playa?” Y te echaste a reír, yo te miré y nos reímos los dos y te abracé.
Ahora que lo tengo delante, le pregunto a tu hermana si le importaría que lo pusiera en el cabecero y como ella es tan matemática, me dijo que lo podía poner que a ella no le decía nada porque no se acordaba de aquello.
Lo pongo y al rato soy yo quien lo quita con el recuerdo de aquel niño de pantalones tan pequeñitos y aquella cara de ángel. A mí si me decía mucho y no podía tenerlo allí. Ya veremos más adelante.
Agur, lastana, agur.
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