domingo, 24 de junio de 2012

Días revueltos

24 de junio, tercer San Juan sin ti.


Este día me aterraba. No he caído en ello hasta el día anterior pero lo he estado barruntando desde que me dí cuenta que el domingo sería San Juan.

No podemos hacernos los locos porque también es el santo de tu padre pero yo hubiese preferido obviarlo.

¿Es la fecha?, ¿es que se aproxima el verano con un nuevo ciclo?, ¿será la ansiedad sufrida estos días con tu madre?

Ha llegado algo de normalidad después de dos meses y con ella una nueva recaída fuerte.

La falta sigue estando ahí, la no aceptación de no poder verte más ¿es que eso es posible?, el dolor, los recuerdos de esos últimos días que parecen fueron ayer.

Me sigue sorprendiendo que a la gente le extrañe que te acuerdes con nitidez de ello, ¿es que acaso puede olvidarse? Me sigo sintiendo incompleta.

Al despertar me acordé de ti y te felicité y al acostarme mi último pensamiento como casi cada día fue para ti pero justo momentos antes tuvimos una ¿señal? tuya como diciendonos que allí estabas.

Muchas felicidades hermanito, a tu padre y también como no a Juanjo y a Jon Andoni que andará por ahí contigo.

2 comentarios:

  1. María mamá de Joaqui8 de julio de 2012, 21:57

    ¡Hola!
    Entre por "casualidad", pero yo no creo en la casualidad... solo es una forma de hablar, jejeje...
    Me ha encantado tu blog, lo tierno que escribes a tu hermano, me queda mucho por leer... sé que no hay palabras... solo acompañarles en su dolor... mi hijo partió por desición propia, hace 15 años el próximo 22/7... y ahí estoy...
    Llevo unos años en esta página
    http://renacerasalavida.ning.com/
    por si te apetece visitarla, serás bien recibida...

    "UN VIAJE RÁPIDO, MAMÁ"

    Hoy salí de viaje, un viaje rápido y bonito.

    Aquí es corto, te espero a la vuelta de la esquina, pero para ti sé que es largo. Hoy te escribo para contarte de mi viaje.

    Aunque no lo sepas, traje el mejor equipaje que pude, y así quiero decírtelo. Mi maleta ha venido cargada de cariño, de amor que tu me has dado en todo este tiempo que hemos compartido.

    He traído también valores, muy buenos valores que tu me has enseñado. Aquí no he tenido que aprender a amar, mamá … porque tú ya me lo enseñaste.

    Quiero que seas conciente de la importancia del trabajo que has realizado, has hecho de mí la persona que sigo siendo, y te repito: quiero que lo sepas. No lo olvides, me he traído conmigo cada juego, cada enseñanza, cada parte de ti que me diste y créeme: eso lo es todo.

    Así ha tenido que ser y has tenido que ser tú, para poder enseñarme todo aquello que me ayudó y me sigue ayudando, porque solo tú lo has hecho.

    No te preocupes por el tiempo que vas ha estar sin verme, porque ahora me toca a mí. Me toca a mí, enseñarte y tener contigo la misma paciencia que tenías conmigo cuando me enseñaste a andar: ahora te voy a ayudar yo a caminar sin mí, porque debes hacerlo y yo te guiaré en ello…

    Caerás unas cuantas veces, como tantas caí yo, pero recuerda … amorosamente me levantabas y me decías que pronto sanaría: hoy te toca a ti mamá. Te toca levantarte y ponerte en pie tantas veces como sea necesario… es sencillo, me decías, recuerdas? Pues hagámoslo juntos, estoy contigo. Si yo pude, tu puedes…somos uno, ¿sabes?

    No te preocupes porque no hablamos, porque tenemos el mejor lenguaje que se pudo inventar: el corazón. No te preocupes porque no nos veamos, porque mi imagen irá a ti cuantas veces lo necesites. No te preocupes porque no nos toquemos, recuérdame tan solo y volverás a sentirme.

    Abre la maleta de todo el equipaje que me diste, y quédate con eso, pues “eso” soy yo.

    Si tú lloras, yo te secaré las lágrimas. Si tú sonríes, yo reiré. Si tú ríes, yo bailaré. Si bailas, saltaré. Y cuando menos te lo esperes, y sin que te des cuenta, habrás sanado y entonces estaremos verdaderamente juntos.

    Estoy en cada amanecer, dándote fuerzas para comenzar el día. Estoy en cada atardecer, tranquilizándote para descansar un profundo sueño. En cada flor que se abre, dándole color y alegría a tu vida. En cada carcajada, llenándote de fuerza.

    Y en tantas pequeñas cosas, que ahora te pasan desapercibidas. Si no me encuentras, acude a mi casa que es la tuya: tu corazón y allí estaré.

    Te quiero mamá, se fuerte, por ti y por ellos… ¡Y sonríe que te espero!

    Anónimo

    http://comoafrontarlamuertedeunhijo.com/

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  2. Muchas gracias María por tus palabras. Efectivamente como bien dices, ahí estamos también porque nada es igual. Muy bonito el texto que enviaste, se lo he impreso a mi madre para que ella también lo lea. ¡Es tan contranatura que una madre preceda a su hijo en ese paso a otro mundo...!

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