Este es el tercer verano después de aquel y estamos de nuevo en bucle que a pesar de todo es algo más liviano porque al menos yo puedo intentar desconectar mi mente de aquello y a veces lo consigo. Cambio recuerdos malos por recuerdos buenos, risas y confidencias en aquellos días en que compartimos tantas horas diarias.
Otro cantar son los sueños que no puedes controlar, a veces buenos y otras no tanto, algunas veces los recuerdo y otras no, pero sé que he soñado porque me despierto a primera hora con ansiedad y agobio, me falta el aire.
Muchas veces estoy decaída, me “arrastro” por el día y de vez en cuando asoman las lágrimas por el dolor y la impotencia. Te fuiste y todavía, aunque el ser racional que hay en mí intenta no pensarlo, me asaltan dudas sobre lo ocurrido. A ello también contribuyen los que te visitaron entonces y aún te transmiten que tienen miedo de ir al hospital en agosto para que no les vaya a ocurrir lo mismo.
Me preguntan que qué me ocurre, si ha pasado algo. ¿Necesito acaso algo más? ¿No basta con haber perdido a mi hermano? Una amiga que ha sufrido una gran pérdida me preguntó a principios de mes “¿cómo va la cosa estos días?” y yo le dije “bastante mal” y con eso nos lo dijimos todo.
Un beso y masajitos, Jon.
P.D. Simbología primitiva, óleo, carbón y resina sobre tela de arpillera, 1984