viernes, 29 de agosto de 2014

La partida de una amiga

El día que regresé al edificio (abril 2013) que había sido mi lugar de trabajo durante tantos años fue un día alegre y extraño. Después de cuatro años, entrar por aquellas puertas para volver a trabajar allí fue un extraño déjà vu, todo parecía seguir igual pero la persona que entraba por la puerta ya no era la misma.

Me reencontraba con muchos amigos a los que ahora vería con más asiduidad y además dejaba atrás un lugar que asociaba al momento más difícil de mi vida, tu muerte. Media mañana de visitas por diferentes plantas y entre ellas una a la quinta para ver si Mamen ya había vuelto o qué sabían de ella.

Antes de aquello, justo antes de navidades, hablé con ella y con el ánimo que tenía me dijo que tenía cáncer de mama pero que no pasaba nada, que se operaría después de las fiestas, y que pronto estaría de vuelta. No fue así porque tardó al final un año en regresar al trabajo y regresó tal y como se fue, llena de ánimo y alegría.

Nos visitó a todos y ese día, en que por sorpresa, la vi junto a mi mesa, sentí una alegría enorme y le di un abrazo tan fuerte que temí haberle hecho daño en el brazo que traía sostenido por una malla. Creo que supuso el momento más feliz para mí desde tu partida, un remanso de paz dentro de los problemas que me rodeaban.

Hablamos un buen rato de todo, de su enfermedad, de que ya estaba harta de casa y aunque ahora comenzaba con la rehabilitación del brazo había decidido volver ya al trabajo, y de tí, mientras veíamos las fotos de tus cuadros y nuestras que tengo en mi mesa.

Después de ese día, hablamos varias veces, como de costumbre, aunque ya no compartíamos trabajo. Pero la alegría duró poco más de un par de meses y nos enteramos que había tenido que irse con rapidez porque había problemas pero al menos a mí no se me ocurrió que pudiese pasar tan rápido desenlace. La semana pasada nos dejó después de una leucemia fulminante.

En el trabajo, era muy trabajadora, inteligente y una excelente compañera, en lo personal era alguien que siempre te alegraba el día, aún cuando estuviese agobiada o enfadada por algo te recibía con una sonrisa enorme, jamás perdía ni el humor ni el ánimo. Yo la apreciaba (aprecio) muchísimo y más de una vez la charla de trabajo se transformaba en una charla personal en la que nos desahogábamos.

Se ha ido una buena persona pero yo estoy segura de que no voy a olvidarla y seguirá junto a mí al igual que tú hasta el final.

Un beso muy grande para los dos y acordaros de mí.

P.D. Tres cruzaron y uno no 120 x 80. Óleo sobre madera.
Según tu madre este cuadro es una alegoría de vuestro grupo de amigos de cuatro del que partió en primer lugar tu amiga en un accidente hace ya más de veinte años, así que los tres cruzasteis y seguisteis. Lo cierto es que ahora, por desgracia, podría significar que sólo uno sigue aquí porque los otros tres cruzasteis al otro lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario