¡Jon!, tengo que contarte la odisea de este primero de septiembre para que veas los despistes de tu ama.
El día anterior escribí algo por la noche por si estaba nerviosa. Esa mañana me preparo y cuando iba a salir de casa no encuentro las gafas por ningún lado. Sólo sabía que si la noche anterior había escrito no podían estar muy lejos.
Las gafas sin aparecer, nosotros que nos teníamos que ir (el Pleno era a las nueve) y tu padre que ya sabes como se pone. En fin salí sin gafas y viendo más bien poco porque no encontré ni las viejas.
Empezó a su hora y fueron saliendo temas hasta que le tocó el turno al cuadro (uno de los que tenías en Barcelona).
David, el nuevo alcalde, habló estupendamente de nosotros y sobre todo de ti como profesor y persona.
Termina y nos da la palabra a nosotros. ¡Ay, Dios mío! Yo, sin gafas, y se le ocurre decir a tu padre que hablara yo. Me pongo de pie y hablo de todo, dando las gracias y no te puedo decir ni lo que hablé. Tú me ayudaste y según todos había estado bien.
Vinieron a saludarnos los chavales de la tele, que siempre que me ven lo hacen, y gente del pueblo.
Al final, nos hicieron a aita y a mí junto al alcalde unas fotos con el cuadro. Creo que también nos grabaron.
Cuando se exponga el cuadro en la pared en la que tu ibas a hacer el mural, como decía David, siempre estarás en el recuerdo de todos.
El día anterior escribí algo por la noche por si estaba nerviosa. Esa mañana me preparo y cuando iba a salir de casa no encuentro las gafas por ningún lado. Sólo sabía que si la noche anterior había escrito no podían estar muy lejos.
Las gafas sin aparecer, nosotros que nos teníamos que ir (el Pleno era a las nueve) y tu padre que ya sabes como se pone. En fin salí sin gafas y viendo más bien poco porque no encontré ni las viejas.
Empezó a su hora y fueron saliendo temas hasta que le tocó el turno al cuadro (uno de los que tenías en Barcelona).
David, el nuevo alcalde, habló estupendamente de nosotros y sobre todo de ti como profesor y persona.
Termina y nos da la palabra a nosotros. ¡Ay, Dios mío! Yo, sin gafas, y se le ocurre decir a tu padre que hablara yo. Me pongo de pie y hablo de todo, dando las gracias y no te puedo decir ni lo que hablé. Tú me ayudaste y según todos había estado bien.
Vinieron a saludarnos los chavales de la tele, que siempre que me ven lo hacen, y gente del pueblo.
Al final, nos hicieron a aita y a mí junto al alcalde unas fotos con el cuadro. Creo que también nos grabaron.
Cuando se exponga el cuadro en la pared en la que tu ibas a hacer el mural, como decía David, siempre estarás en el recuerdo de todos.
Un abrazo muy grande de todos. Agur lastana.
P.D. Elefantiasis, 130 x 90, óleo sobre lienzo
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