Jon, estos últimos días han sido un vaivén con la adrenalina por las nubes. Del enfado a la tristeza y de la tristeza al enfado en un instante con un culmen final apoteósico el sábado. Al día siguiente llegó lo que no sé si puedo definir como calma pero sí como un bajón, de forma que me siento como si hubiera librado una batalla en esos días.
Reconozco haber estado inaguantable pero el resto tampoco ha andado mejor. Tu madre me dijo que este año era peor que el anterior pero le dije que no, que ya no se acordaba y que este año teníamos momentos en que eramos capaces de dejar de pensar en lo ocurrido.
El dolor es tan grande y los recuerdos se vuelven tan vívidos que si no intentas desconectar revives completamente lo que pasó en esos días.
Hoy, sin ir más lejos, me he levantado y lo primero que me vino a la mente era tu cara con una sonrisa saludando al entrar en la UCI y volví a sentirme una imbécil por mi inocencia.
No podemos volver al pasado pero desde luego si así fuera mi comportamiento sería distinto aunque hubiésemos llegado al mismo final.
Te quiero mucho Jontxu.
P.D. Jon con su clásica sonrisa pícara con uno de los regalos de su 40 cumpleaños.
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