¡Parece primavera! Salgo del comedor y me siento en una de las sillas que tenemos en el jardín.
No hago nada, sólo miro, contemplo, pienso, hablo contigo y me dedico a ver las cosas del jardín traídas por ti: un plato de Galaroza y entre cuadrados de cerámica traídos por nosotras (dos de Lisboa y dos de un pueblo portugués), dos más tuyos, uno de ellos para Aitor con el símbolo de Piscis que sobresale del resto por su distinto tamaño y color (verde pistacho).
De Punta nos trajiste los faroles, del mar la pulpera encontrada en la playa, las cerámicas todas menos el plato de Baeza y un pequeño cuadro contando la historia del vino que no podía faltar en la casa de un bodeguero. Leí lo que ponía y pensé ¡le gustó mucho!
Todo eres tú y así me llevo mirando y analizándolo todo.
Desde el jardín junto a la maceta que te regaló Rocío y que tengo preciosa, te mando un abrazo eterno de tu madre que siempre tendrás a tu lado dándote besos en tu mano derecha.
¡Agur lastana!
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