lunes, 12 de abril de 2010

El dormitorio

No se si mi dolor esta cambiando pero lo cierto es que aunque siempre estás en mi mente y me acuesto y me despierto contigo, consigo “controlar” alguna de mis ideas obsesivas e intento dejar de pensar en ellas. Si me pongo a pensar, todo se me viene encima de nuevo y me sigue pareciendo increíble lo que ha pasado. ¿Cómo es posible que hayas muerto así y tan joven? Por mi mente jamás había pasado esa idea.

Este fin de semana hemos estado en Punta pintando el dormitorio principal. Hace unos tres años lo reformaste, pintaste las puertas de los armarios de colores, las paredes de un naranja fuerte, hiciste una especie de cama japonesa (un poco incómoda por la altura) con la ayuda de Aitor y lo decoraste acorde a ello.

La última vez que usaste la cama fue antes de tu viaje a Ávila porque a la vuelta, la semana que estuviste en casa tomando antibióticos, preferiste dormir en una cama alta ya que te costaba trabajo levantarte de la tuya. ¡Quién nos iba a decir que esa sería tu última semana en casa!

Hemos quitado la cama precisamente por la incomodidad. Si tus padres quieren dormir allí necesitan una cama más alta. También hemos colocado las lámparas que trajiste para el cuarto y por último hemos colocado un paisaje tuyo alargado como cabecero.

No queríamos cambiarte el color y tu madre y yo nos resistíamos a ello, pero el naranja se come todo de la nueva decoración y sobre todo el paisaje tuyo tan fantástico que pusimos, así que no nos ha quedado más remedio que pintar las paredes.

Me he sentido como si perdiera algo más de ti. Probablemente es una tontería y es posible que la gente no lo entienda pero me ha sentado mal hacerlo. Eso sí, siguen tus fantásticas puertas que nos encantan.

¡Desearía tanto recibir una llamada tuya! A lo mejor me aliviabas un poco este dolor. Un beso muy grande.

1 comentario:

  1. Gracías por seguir compartiendo con nosotros tus sentimientos, tus pensamientos, tu dolor.

    Un beso, Rosario.

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