Jon era el encargado de ir por la leche todos los días a la esquina de nuestra calle (Villarrasa), donde tenía la mujer dos o tres vacas.
Siempre iba saltando con la lechera en mano (que aún está en el campo). Era un cascabel de alegría. Entre los dos hermanos no había rencillas porque para Josebe, que era más tranquila, era una liberación.
Sigamos con mi “trasto” que no se ni cómo no tiraba la leche con los brincos que daba pero cuando llegaba allí, le gustaba ver a la mujer ordeñando las vacas.
Una de las vacas estaba en estado y como es natural el tiempo no pasó en balde y nació la txalita. ¡Oh, maravilla! Se encontró con ella mamando con su madre y le preguntó a la mujer: “¿esto de dónde ha salido?” y la señora le dijo que la trajo la cigüeña.
Jon se le queda mirando y le dice: “no, esta ha nacido de la mamá que la tenía en la barriga y ya no la tiene”.
La lechera reconoció su error y le dijo que sí. Acto seguido nos contó la historia a nosotros y a todo el pueblo, parecía que la txalita era algo suyo y en parte llevaba razón ¿Quién la había visto crecer día a día y ahora la veía junto a su madre como un ser más? Hasta se permitía acariciarla. ¿Se puede tener más suerte?
Y ese era mi Jon, seguro que ahora estarás en el cielo sonriendo.
Siempre iba saltando con la lechera en mano (que aún está en el campo). Era un cascabel de alegría. Entre los dos hermanos no había rencillas porque para Josebe, que era más tranquila, era una liberación.
Sigamos con mi “trasto” que no se ni cómo no tiraba la leche con los brincos que daba pero cuando llegaba allí, le gustaba ver a la mujer ordeñando las vacas.
Una de las vacas estaba en estado y como es natural el tiempo no pasó en balde y nació la txalita. ¡Oh, maravilla! Se encontró con ella mamando con su madre y le preguntó a la mujer: “¿esto de dónde ha salido?” y la señora le dijo que la trajo la cigüeña.
Jon se le queda mirando y le dice: “no, esta ha nacido de la mamá que la tenía en la barriga y ya no la tiene”.
La lechera reconoció su error y le dijo que sí. Acto seguido nos contó la historia a nosotros y a todo el pueblo, parecía que la txalita era algo suyo y en parte llevaba razón ¿Quién la había visto crecer día a día y ahora la veía junto a su madre como un ser más? Hasta se permitía acariciarla. ¿Se puede tener más suerte?
Y ese era mi Jon, seguro que ahora estarás en el cielo sonriendo.
¡Amor mío! No te digo adiós porque estás conmigo. Ama.
P.D. En una foto ama y yo subida en una txalita y en la otra yo junto a Jon que estaba en el capazo. Las fotos están hechas en el campo de la "parienta" de la abuela María donde ibamos con ella a pasar el día y se cogían gurumelos con un pincho que aún está en nuestra casa de campo. Jon, además de contarnos la historia a mí me llevó acto seguido a ver la txalita.
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