Te veía tan humilde sentado en la cama con tu cajita de abalorios deseando agradar a todo el mundo... Si no hiciste cincuenta o más no hiciste menos, a mí me arreglaste el collar de jade (3 euros en el mercadillo). Como estaba largo me hiciste los pendientes y todavía te sobraron algunas piedrecitas que fueron a la cajita (que sabías somos las madres), luego me hiciste la pulsera y el colgante, a Isa, pendientes y colgante, y a Isabel, su madre, los pendientes, a tu hermana y tu prima Sonia, los pendientes y el anillo, y a todas las enfermeras y médicas que pasaban por tu cuarto, incluidas las agregadas de otras zonas.
Ayúdanos Jontxu desde el cielo. Ya te habrás conquistado a todos los ángeles con tus múltiples colorines de tus abalorios.
Qué tu manos tan llenas de arte que Dios te dio sigan repartiendo su gracia sobre nosotros.
Las decisiones de Dios son misteriosas pero siempre son a nuestro favor
¡Díos mío! Qué sepa verlo.
miércoles, 14 de octubre de 2009
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