domingo, 28 de febrero de 2010

La muerte no es nada


Entro de vez en cuando en un foro para personas que han perdido un ser querido. En él han colgado este texto atribuido a San Agustín y escrito cuando murió su madre. Es similar al que nos dio Dori pero más completo. En definitiva, el autor no está claro pero como es un trozo más largo aquí lo pongo. Ya lo tengo puesto también en la pared al lado de mi mesa en el trabajo.


"No llores por mi…la muerte no es nada.

Yo sólo estoy al otro lado. Yo soy yo. Tú eres tú.

Lo que nosotros éramos el uno para el otro lo somos siempre.

Dame el nombre que siempre me has dado.

Háblame como siempre lo has hecho.

No uses un tono diferente.

No tomes un aire solemne o triste.

Continúa riendo de lo que nos hacía reír juntos.

Reza, sonríe, piensa en mí, reza conmigo.

Que mi nombre sea pronunciado en casa como siempre lo ha sido, sin ningún énfasis, sin sombra.

La vida significa lo que siempre ha significado, es lo que siempre ha sido: el hilo no se ha roto.
¿Por qué tendría que estar fuera de tu pensamiento?

¿Sólo por qué estoy fuera de tus ojos?

No estoy lejos, estoy exactamente al otro lado del camino.

¿Ves? Todo está bien.

Volverás a encontrar mi corazón, volverás a encontrar en él las ternuras purificadas.

Seca tus lágrimas y no llores… si me amas"


En fin Jon, es muy complicado ponerlo en práctica, pero lo leeré de vez en cuando. Un beso grande.


P.D Jon paseando a Aitor en el carrillo en el campo. Como dice la gente en el foro, un hermano con el que te llevas tanta diferencia se convierte en alguien a quien adoras, cuidas y proteges sobre todas las cosas.

miércoles, 24 de febrero de 2010

La respuesta

Justo el martes 16, un día antes de cumplirse el quinto mes desde tu falta, recibí la carta con la respuesta de la reclamación al hospital Reina Sofía.

Me enfadé al leerla porque aunque responden muy amablemente e incluso pidiendo disculpas por si pudieron hacer algo mal, en el fondo no me responden a las cosas que les planteé sino que me responden diciéndome cosas que yo ya decía en la reclamación.

Traté de calmarme porque ya tenía bastante con acordarme de tí pero al dolor que siento por tu pérdida se unió una respuesta que ha tardado cuatro meses en llegar y encima con ese contenido. Me ha dejado fatal todos estos días recordando de nuevo esos momentos tan dolorosos para tí y para nosotros, sobre todo la noche de sufrimiento antes de tu ingreso en la UCI en que no se dieron cuenta de la gravedad de tu estado y no llamaron al médico hasta que yo se lo dije. ¡Cuánto desearía haber sabido medicina y darme cuenta de lo que te ocurría!

En fin, que he escrito una respuesta y les he pedido que no me respondan a la carta porque no quiero más dolor. No sabía si enviarla porque para qué, pero ama me ha dicho que lo haga, que así me quedaré tranquila. Eso haré, la enviaré mañana. No me hará olvidar esos recuerdos pero al menos creo que me sentiré mejor.

Jon, si sigues por ahí échame una mano. Un beso grande.

sábado, 20 de febrero de 2010

ARCO, la única oportunidad




En el coche, camino al trabajo, he escuchado que se inauguraba la edición nº 29 de la feria de Arte Contemporáneo “Arco” y esto me ha hecho recordar la primera vez que fuiste a ella.

Estabas por primero de carrera cuando llegaste el fin de semana a casa diciendo que había en Madrid una feria sobre arte y que se iba a organizar un viaje con un grupo de la facultad.

Tu madre te dijo que no era posible porque no había dinero para eso. Ya se hacía la cuadratura del circulo en casa para que los dos estuviésemos haciendo la carrera.

Tú insististe e insististe como sólo tú sabes hacerlo y además argumentaste sin parar que si iban todos tus compañeros, que si conocerías diferentes artistas y obras, que era muy importante para tu carrera y como colofón que era una oportunidad única en la vida.

Total que convenciste a tu madre (no sabíamos que Arco era una feria anual) y fuiste aquel año, el siguiente, el otro, ... y todas las veces que te ha apetecido después. Y nosotros cada vez que vemos Arco en la tele siempre nos acordamos con una sonrisa de que sólo ibas a tener esa oportunidad aquel año y de vez en cuando nos metemos contigo recordándotelo.

Este año no ha sido diferente, ha vuelto a mí una sonrisa y tú lo verás desde dónde quiera que estés y visitarás a tus amigos Paco y Luis en espíritu.

Un beso muy grande Jon.

P.D. Jon en Madrid aquel año durante Arco con sus compañeros de clase mirando un comic. Además la tarjeta de Arco de aquel año que tenías guardada con diferentes catálogos de la feria y que hemos encontrado con tus cosas.

miércoles, 17 de febrero de 2010

No quiero aceptar lo ocurrido


17 de febrero, 5 meses.

Creo que tengo un gran problema. Hace 5 meses desde que te fuiste mi querido hermano y no quiero aceptarlo. La vida no me parece real. Siento que debo despertar en cualquier momento y descubrir que no te has ido. ¿Te volveré a ver? Y si lo hago ¿cuánto tengo que esperar para hacerlo? Quisiera tener la certeza de que esto ocurrirá pero nadie puede dármela.

Mi subconsciente me sigue engañando y muchas veces me vienen ideas en las que sigues vivo hasta que me paro a pensar que ya no lo estás. ¿Cuánto tiempo necesito para dejar de tener este dolor tan grande?

Ayer comprando en el hipermercado junto a tu hermano, pasé al lado de un muñequito para caramelos pez con la cabeza de C3PO y pensé “voy a comprarlo para Jon” y luego me dije “¿estás loca? ¿a dónde se lo vas a llevar?” y pasé de largo pero cinco pasos más para delante, con lagrimas en los ojos, pensé “lo compro, para mí y para mi hermano”. Cuando éramos pequeños tuvimos un Donald y un Pluto y los caramelos siempre nos lo repartíamos, uno para ti, otro para mí. Cuando llegué a casa comimos caramelos pez como en nuestra infancia tu madre, tu hermano y yo y espero que nos vieras.

Esta anécdota me recordó el retrato y el texto que pusiste en la exposición de la familia.

Mi hermana

Me he de llevar conmigo piñonates inmensos, trenes de lata oliendo a sardinas, botijos pequeños con agua de anís.

Me he de llevar conmigo nuestras primeras linternas, el armario crujiente que llenaba solito noches de terror.

Me he de llevar conmigo el Club de los Cinco, la casa del reloj, a Flipper.

Me he de llevar conmigo coquitos para merendar, tu Nancy, mi Mercedes.

Me he de llevar conmigo la escuela inundada y a Cleo que como toda tortuga murió sola.

Me he de llevar conmigo el rincón de Juan, el tiro pichón, el algodón de azúcar y a Manolito que te pretendía. Sobre todo hermana, aunque me he de llevar conmigo todos esos recuerdos más los caramelos pez, llevo conmigo tu cariño, tu amor, tu belleza de ángel prendida de inocencia y el saberte compañera de tantos pio-pio a las cinco de la tarde.

Te quiero

© Jon Castizo Ciluaga


Y yo a ti Jon. Todos esos recuerdos, vistos con la mirada de un niño, ahora sólo permanecen en mí.

sábado, 13 de febrero de 2010

La educación


Se dice que cada uno es de su padre y de su madre, y es verdad, cada hermano tiene su forma de ser pero en lo referente a la moral y la educación recibida, lo básico es asumido y grabado a fuego según te lo inculcan tus padres.

Mientras que estuviste en el hospital fuiste siempre educado, te preocupabas por los demás y procuraste no dar mucho la lata. Aguantaste las pruebas sin muchas quejas incluso con las gasometrías que duelen bastante. Una vez estuvieron hasta cuatro personas intentando hacértela hasta que llegó tu salvadora como luego tú la llamabas. Cada vez que la veías le decías “a mí no me toca nadie más que tú”.

En los momentos de más dolor después de hacerte la biopsia llegaste a pedirle disculpas al enfermero por llamarlo tantas veces pero te encontrabas tan mal...

Pero lo que verdaderamente me sorprendió fue tu pudor. Creía erróneamente que para ti eso era cosa del pasado pero no, lo tenías tan arraigado como yo gracias a esa educación, errónea o no, de nuestros padres.

El día que estuviste tan mal en Huelva, tus amigas Isa y Camino, tuvieron que convencerte para asearte un poco pero sólo llegaron al pecho y los brazos, y cuando estuviste tan mal en Córdoba lo demostraste en varias ocasiones que entran en el plano de nuestra intimidad.

Supongo que querrán a muchos enfermos como tú. Fuiste muy fuerte, valiente, amable, educado y pudoroso. No sé si yo hubiese sido tan fuerte.


Un beso, Jhosebe.


P.D. El otro día al salir del cine me crucé con una chica que me resultó muy familiar. Estuve un poco pensando y caí, ¡tu salvadora!. No sé si ella me vio, creo que no, porque había bastante gente. Probablemente se acuerde de ti aunque pasan muchos enfermos por el hospital pero fue un mes de convivencia, tú fuiste un caso peculiar y desde luego también tiene los pendientes que le hiciste.

martes, 9 de febrero de 2010

La lluvia

Dice mi tía que me he olvidado de escribir. Lo cierto es que no quería. Estos días ha llovido, en realidad lleva todo el invierno lloviendo y me recordó una anécdota que, ¡como no!, Jon protagonizó hace algunos inviernos. Por lo visto los seres humanos tenemos una memoria muy cortita, o por lo menos la tenemos algo selectiva. Cierto es, que este año llueve más que el año pasado pero también es cierto que en Huelva siempre cuando ha llovido lo ha hecho a chuzos, a mares o a océanos si se quiere. Pues bien, ahora Huelva está preciosa, con infraestructuras nuevas y mejoras tanto visuales como logísticas, hace pocos años Huelva era, … eso, Huelva. Para empezar si llovía y coincidía con la marea se inundaba. La ría recordaba sus antiguos límites y calles enteras se tenían que sortear con el divertido método de la cajita del revés en el suelo. Esto lo vivían a menudo todos aquellos atrevidos que en un afán de aventuras tenían que ir a la antigua estación de Damas para trasladarse a cualquier punto de la provincia. En fin, Huelva es marinera, pero me parece que entonces era submarina.

La anécdota data de cuando mi primo terminó la EGB famosa de entonces y tuvo que ir al instituto. Por supuesto su lugar de aterrizaje para comer fue la “casa de la Tía Miren” que con gran cariño acogió a su ahijado durante estos años. Las primas encantadas por el jolgorio que se avecinaba ya que después de comer podíamos reírnos con las ocurrencias. Un día lluvioso llegó la noticia. Jon entra por la puerta mojado como un pollito y empieza a relatar en voz en grito que, estaba vivo de milagro que la muerte le había rozado vestido en ruedas de un autobús porque las calles estaban inundadas; él pisó una cajita salvadora y se partió porque la culpa la tenía la mochila que pesaba una jartá con tanto libro y tontería. Total que como el equilibrio no era lo suyo se cayó mientras veía como a lo lejos se acercaba el autobús y las ruedas venían directamente hacia él. Ante tanta tragedia se sobrepuso como pudo y saltó hacia atrás como un gato y pudo esquivar al maldito autobús acuático. Nosotras le escuchábamos partiéndonos de la risa y él decía –“no reíros, no reíros, que mira como me he puesto y encima casi he resucitado”. Por supuesto la anécdota era divertida porque él la contaba a su manera. Este año al ver llover me acordé de la aventura y volví a reírme. Es curioso que recuerde esas vivencias lejanas justamente ahora.

Miren

domingo, 7 de febrero de 2010

Tristeza

No sé Jon, no entiendo muy bien lo que me pasa. Gracias (o por culpa de internet) he buscado y leído multitud de información sobre el duelo. Algunos, definiendo las etapas por las que vas a pasar, otros, testimonios de otras personas.

Además leo y participo de vez en cuando en un foro de personas que han tenido alguna pérdida. Suelo leer y participar sólo en entradas de gente que ha perdido un hermano. No estoy preparada para leer sobre otras pérdidas. No quiero imaginármelo siquiera.

En el fondo todo el mundo reacciona de forma muy parecida y los sentimientos son similares y cuando lees algo te reconoces bastante en lo que dicen. Es bastante común sentir que los demás se van olvidando aunque no sea así (normalmente es que no te preguntan o te hablan de la persona perdida para no molestarte) o que te dicen que tienes que seguir para delante lo que simplemente hace que no hables del tema con esa persona cuando a lo mejor te viene bien para desahogarte.

¿Estoy en la etapa de la tristeza profunda? No lo sé, sólo sé que me cuesta ir al trabajo, subir escalones supone un gran esfuerzo tirando de mi cuerpo, estar con la gente me produce a veces agobio y sus charlas, dolor de cabeza e incluso migrañas (prefiero el silencio) y tengo la espalda y el cuello fatal por lo que he vuelto a marearme de vez en cuando.

Sólo quisiera meterme en un rincón sin hacer nada y, en realidad, sin pensar siquiera, sólo sintiéndome mal (ahora mismo no tengo ánimos ni para buscar explicaciones a lo que te ocurrió), pero hay que continuar, sigue la vida con sus horas y días y tengo a mi familia junto a mí.
Un beso muy grande Jon.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Jon y Salma




Hará cuatro años este verano que Salma, léase Selma, llegó a nuestras vidas. No sé cómo se te ocurrió o quién te lo dijo pero decidiste colaborar trayendo a un niño saharaui en el verano.

Tu madre cometió el “grave” error de decirte que si lo habías pensado bien porque era una responsabilidad muy grande y para ti, eso fue algo tan terrible que no lo olvidaste ni permitiste que lo olvidara (cuando quieres puedes ponerte bastante dramático).

Al final llegó en verano del 2006 un niño de siete años brutote pero de buen corazón y buen carácter. Era capaz de sorprenderse por cualquier cosa habitual para nosotros: el mar, la piscina, agua sin fin en casa, el baño, la comida (¡cuánto le gusta la fruta!), su propia tele (tienen una pero comunitaria que puede ver de vez en cuando) o la Play.

Tú, Jon, le diste todo tu cariño y también lo malcriaste un poco pero tu madre cuando lo traías a casa, cosa que ocurría con bastante frecuencia, trataba de enderezarlo. Gracias a eso comía comidas caseras de vez en cuando y se comportaba algo mejor.

Yo compartí con él fines de semanas, momentos de juego en la Play, cosa que tú odias, y paseos como el que dimos en el espigón junto a tu madre y que supuso para él otro nuevo mundo por descubrir que incluía pequeños cangrejos andando entre marismas.

Sabes Jon, lo trajiste y se quedó en nuestro corazón. Aunque no te lo decíamos nos hace mucho daño recordarle y lo echamos de menos. El primer verano que no estuvo contigo, fui a visitarlo un par de veces y, más tarde, compartimos con él, tu madre, Aitor y yo, un partido amistoso del Athletic con Lepe ya que curiosamente la familia que lo acogió era del Athletic.

Su foto sigue puesta en la nevera de Punta como la dejaste pero al final supongo que tendremos que quitarla porque a tu madre le hace daño verla.

Cada vez que salen imágenes del Sahara lo buscamos y el otro día, tu padre y Aitor dicen que lo vieron. En concreto, tu hermano dice que iba con la camiseta serigrafiada con su foto que le hiciste. Es posible, pero puede que sólo sea fruto de nuestro anhelo.

¿Qué será de él? ¿Estará bien? Como dice tu hermano, ni siquiera sabrá que has muerto...

Un beso muy fuerte Jontxu.


P.D. Me gusta mucho esta foto que me ha enviado Rocío de vosotros en la playa y la he colocado en mi mesa. Nunca había tenido ninguna pero ahora tengo una de mis dos hermanos sacada de tu móvil en un paseo por el río Piedras, una de uno de nuestros retratos juntos y la tuya con Salma.