lunes, 9 de agosto de 2010

El incendio de la refinería


Jon, hemos tenido un incendio en uno de los tanques en la refinería de Palos. Imponía ver el fuego y el humo en la tele, yo no lo ví pero Aitor, tu padre y la tía Miren sí.

Me hizo recapacitar. El hombre es víctima de si mismo. Gracias a que lograron hacerse con él. ¿Te imaginas que el fuego se corre con todo lo que hay allí? Tanto como nos creemos los humanos y tenemos nuestra vida pendiente de un hilo.

Todavía no me creo lo tuyo. Un instante ¿y qué fue de tu respiración? Fue un golpe bajo que nunca olvidaremos. Ahora te toca a ti velar por nosotros que falta nos hace.

Ayer me dijo la tía Miren que había visto a Rosa y estuvieron hablando, cómo no, de ti. Ahora, en la misa del aniversario supongo que la veré y me dará alegría. Nunca le podremos agradecer lo que hicieron pero siempre estará en nuestro corazón porque esas cosas no se pueden pagar con nada.

Y pensar que cuando me dijiste que iba a venir no me hizo gracia. Sencillamente no me hizo gracia porque pensé que era molestar a la gente cuando ya nos tenías a nosotros. Claro que en mi mente no entraba lo que te podía pasar…

Recuerdo que un día hablando conmigo me dijiste: “yo voy a morir joven, ya lo verás, tengo tan mala suerte,…” Te reñí y te recordé todo lo que tenías y qué cómo se te ocurrían esas cosas.

Jon, tenías muchas cosas en este mundo, pero esa, sin ni siquiera saberlo te estaba esperando.

Mi hijo querido.

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