sábado, 19 de diciembre de 2009

Y la historia empezó así, marzo 1996




En el último año de los cinco que estuvo en San Francisco, Jon preparó una colección de cuadros referidos a su vida y a su familia. Fue una colección muy personal en la que junto a cada cuadro escribió un relato sobre su temática. Para todos nosotros fue muy emotivo y a mí, que los he vuelto a leer ahora, me han hecho de nuevo llorar. Bueno, es algo fácil de conseguir en estos momentos pero me lo trae de nuevo muy cerca de mí.

Cuando releí la presentación que se publicó en los periódicos se me puso la piel de gallina. Cuando la leáis a continuación supongo que os pasará lo mismo. Recuedo que me la envió antes para que la revisara antes de enviarla. Lo suyo no eran las faltas de ortografía...

He incluido junto a su autoretrato una foto de él de bebé. La he elegido porque ya tiene puesto su gesto característico en el ceño. La foto se tomó en Laga junto al pueblo de nuestra madre, Elantxobe. Aquel día, además de nuestros padres, nos acompañaban nuestras tías Begoña (un beso muy grande, donde quiera que estés espero que sea junto a tu sobrino y nos lo cuides mucho) y Carmen. Yo también tengo mi foto con txapela. Jon, supongo que si me estás viendo te echaras las manos a la cabeza por publicar esta foto...

Presentación

Cerca de mi pueblo pasa un río que lleva sangre y le dicen el Tinto. Yo tenía prohibido visitarlo, como también tenía prohibido comer galletas perrunillas a escondidas o leer a Julio (Verne) linterna en mano. Una semana antes de que Picón decidiera investigar eso de la otra vida y morirse sin avisarnos, algunos amigos nos aventuramos a deshacer miedos.

Recuerdo unos pies manchados de azufre, mi bañador colgando en una rama de eucaliptus y sentir el agua teñida robándome los codos, los hombros, la boca. Cuando por fin pude salir con el honor intacto y los pulmones encharcados en pirita, pensé en la Biblia. Mejor dicho, pensé en aquel catecismo azul repleto de terrores. Entonces creí que nada podía compararse al sufrimiento de morir ahogado, ni el derrumbe de las murallas de Jericó, ni las plagas de Egipto, ni tan siquiera la hecatombe de Sodoma y Gomorra.

Exactamente a los siete días de mi experiencia naútica, se despeño dentro de un taxi ya sabéis quién y me dolió, pasó mi primer desamor y me dolió, pasó Blanca como un hada fría y me dolió, pasaron muertos de sida, Luisa, sus abortos, amigos drogados, sólo amigos y me dolieron... ¿Sabéis qué? Aunque sé que no puedo perder el tiempo cazando libélulas pues casi no me llegan las fuerzas para defenderme de los mal llamados adultos, descubrí que recordando mi niñez, una sonrisa menuda navega en este río que es mi vida, preparándome contra nuevos sufrimientos y dejando un terreno Pulgarcito para la felicidad.

© Jon Castizo Ciluaga



P.D. Ahora que la habéis leído os contaré, para los que no lo sepáis, que Jon tuvo una grave neumonía de bebé, de forma que en la radiografía se veían su pulmones completamente cubiertos por un velo, y el médico le recomendó a nuestra madre que lo llevara al campo. Y así fue, estuvimos dos meses viviendo en Los Pinos (ese fue su único tratamiento) y cuando el médico volvió a hacerle una radiografía estaba totalmente curado. Durante toda tu enfermedad todos lo tuvimos presente, jamás dudamos de tu curación y tú ya tenías decidido que en cuanto pudieras, te irías a vivir a nuestra casa en Villarrasa para reponerte. Tú, que siempre estabas sano, parece que estabas predestinado a morir de una enfermedad pulmonar...

¡Cuanto te quiero!, Jhosebe.

1 comentario:

  1. ¿Por qué cualquier tiempo pasado fué mejor?
    El pasado no podemos cambiarlo, sólo aprovechar sus momentos, sus vivencias y tenerlas con nosotros como cimientos en los que edificar nuestro presente y nuestro futuro.
    ¿Por qué no vuelves tú a ese río, a esa casa que teneis en Villarrasa e intentais retomar el vuelo de vuestras vidas? Jon, como dices, pensaba hacerlo, él os acompaña hasta allí.....

    Besos, Rosario.

    ResponderEliminar