jueves, 14 de enero de 2010

El chino

Antes de comenzar las Navidades, tu hermano me comentó cuánto te echa de menos. Ahora ya no puede charlar contigo de vez en cuando ni compartir contigo cosas como comidas y cenas en el “chino”.

A los dos os gustan los chinos. Solíais ir a cenar en Punta cuando Aitor se llegaba por ahí o a Cartaya o Huelva cuando le recogías al mediodía. Alguna vez también en Aljaraque y en esas ocasiones alguna vez os acompañó nuestra madre a pesar de que no le hacen mucha gracia los “chinos”.

La primera vez que comí comida china fue cuando te visité en San Francisco (allí te aficionaste a su comida) y me llevaste a una especie de self-service chino que te gustaba mucho. A mí tampoco me hacen mucha gracia porque, ya sabes, los pimientos, tan habitual en su cocina, no son lo mío y llego habitualmente hasta el arroz tres delicias. A pesar de todo le dije que yo iría con él de vez en cuando.

Así que pasadas las “fiestas” le dije, “este sábado vamos al chino del Estadio Colombino” y eso hicimos, y al final, se apuntaron también nuestros padres.

Aparcamos donde tú sueles aparcar en un día de mucho frío (4º a las 2 de la tarde) y, la verdad, comimos estupendamente. No es un chino habitual, tiene comida asiática en general y es un self-service. Probamos y repetimos de todo lo que nos pareció. Creo que hicimos el primo por no pedir que nos asaran nada pero para ser unos novatos no estuvo mal.

Durante todo el rato que duró el almuerzo me acordé de ti y de alguna manera, el saber que tu ibas con frecuencia hizo que te sintiera a nuestro lado, como si estuviéramos la familia al completo. Además más tarde Aitor me dijo que estábamos sentado en una de vuestras mesas habituales. Yo que estaba sentada frente a él le dije, “entonces yo estoy en el sitio de Jon” y me dijo “sí, ahí se sienta Jon” y aún te sentí más conmigo.
Un beso muy grande, tu hermana.

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