viernes, 1 de enero de 2010

La despedida


Sabes Jon, aunque muchas veces me acuerdo de tu periplo hospitalario, casi nunca pienso en el día posterior a tu muerte.

Sin saber porqué, ni a qué vino, cuando volvíamos el martes a casa después de dejar a la tía Miren en la suya, me abrí con nuestra madre y le conté todo lo que pasé. Jamás le había hablado de aquellos momentos y no sé, pero como ella dice, lo tendría dentro y alguna vez tenía que salir. Le relaté todo llorando con desconsuelo aunque me arrepiento de ello porque sé que fue un digusto para ella.

Nosotros que no hemos perdido a nuestros padres (cosa que espero no ocurra pronto o me volveré loca) jamás hemos organizado un funeral.

La única que habló cuando el médico nos dijo a los cuatro que habías fallecido fue tu madre que dijo perpleja "¿Y ahora qué hacemos?" El médico respondió lo llevaran al morturio y luego os lo podéis llevar.

Cuando llegó el de la funeraria al mortuorio del hospital, lo único que teníamos claro y que además tú habías dicho alguna vez, era que te incineraríamos.

Tus padres estaban destrozados y allí en la sala decidiendo detalles, estuvimos tu tía Miren, tu primo Crisanto y yo. En lo único que nos paramos fue en elegir la urna. Tu tía dijo que ese modelo concreto era moderno y a tí te gustaría y ese elegimos.

En esos instantes dí tus datos y los míos, ¡dos DNIs contiguos! ya que fuimos a sacarlos el mismo día, tus datos como "difunto" (¡cuánto odio esa palabra!) y los míos como responsable a la hora de reconocerte y recoger tus cenizas. Apuntaron mi móvil como contacto.

A partir de ahí, nos esperó una noche larga en la que nos enseñaron tu cuerpo. Bueno, sólo se podía ver tu cara con una dulce sonrisa en los labios, parecías dormido. Esa cara con un lunar al lado de la nariz y una cicatriz en medio de la frente fruto de una "gallinita ciega" un poco peligrosa cuando andabas por los 4 o 5 años de edad ¡Vaya golpe que te diste con el lateral del muro del colegio!. Querría haber visto tus manos, tus brazos, esa cicatriz en el brazo derecho que te ganaste con una caida en una bici igual a la mía pero de color azul.

Sé que es una estupidez y tú no podías sentir nada pero te dí un último masaje entre las cejas como tanto te gustaba y un beso al cerrar el ataud y trasladarte al tanatario para el funeral. Nos olvidamos de meterte el abánico que te acompañó en tus últimos días en los hospitales. ¡Hacía tanto calor y tú sudabas tanto por el esfuerzo...!

En el tanatorio vuelta a firmar papeles y entregar la fotocopia de tu DNI y del mío. Me explicaron que después del funeral te bajaban y me llamarían para estar presente cuanto te introdujeran en el horno. Y así fue, me llamaron y con el abanico en la mano, bajé. Tu madre no se dió cuenta y me ha dicho que debí haberla avisado pero como se había despedido en el mortuorio del hospital y me había dado el abanico pensé que no quería ir. Al darse cuenta de que iba sóla me acompañaron Rosario, Pepi, José María, ¿Antonio?, no sé si alguno más de los "compadres" de Villarrasa, no lo recuerdo, no estoy segura.

Me dijeron que si quería que abrieran el ataud y les dije que sí, introduje el abanico y te dí mi último beso. Rosario me apartó de tí. Se sentía el calor del horno y yo no quería dejarte allí, pero lo hice, la razón pudo más que el corazón que hubiera querido quedarse contigo siempre.

Luego esperamos con nuestra familia y amigos a que todo acabara charlando, contando anécdotas, recordándote.

Tres horas más tardes sonó mi móvil. Ya podíamos recoger tus cenizas. Fuimos tus primas Miren y Sonia y yo. No olvidaré la frase de Miren: ¡Uy, ¿esto es lo que queda de mi primo?!

Y regresamos a Huelva.

Jon, ayúdame.

P.D. Esta foto fue tomada durante unas Navidades en el campo cuando ambos estábamos en el instituto. Estamos todos incluidos nuestro gato Baltza y mi padre que hizo la foto. Aitor andaba como siempre con su balón...

1 comentario:

  1. No se si lo haces conscientemente o no, pero describes hechos muy dolorosos y los haces desdes la perspectiva de quien esta relatando algo que le está suceciendo a otra persona, estas relatando la crónica de una historia de vida en paralelo con tu hermano,lo haces como si estuvieras viendo pasar los hechos delante de tí y lo estuvieras relatando para alguien, ¿se lo estas contando a Jon? así es menos doloroso y te permite seguir teniéndolo como tu aliado o confidente.......... las personas no mueren nunca si hay personas que siguen amándolas como vosotros lo haceis, siempre estará con vosotros de la mejor forma que se puede estar: EN EL CORAZÓN DE NUESTROS SERES QUERIDOS.

    ¡Animo¡ Rosario.

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