lunes, 4 de enero de 2010

La Nochevieja

Durante todas las fiestas hemos continuado con nuestra consigna de no parar. El martes 29 tu madre y yo intentamos dar una vuelta por la sierra. Digo “intentamos” porque el diluvio que nos ha acompañado estas fiestas tuvo uno de sus puntos álgidos ese día, así que nos dimos la vuelta en Zalamea. No estamos tan locas todavía.

El miércoles 30 lo teníamos cubierto por el médico aunque también dimos al salir una vuelta. Por la tarde, otra vez fuera, llamamos a tu tía por si quería acompañarnos y nos fuimos a Cartaya.

El jueves 31 por la mañana salimos a comprar (cualquier cosa vale) y por la tarde al cine a la “última sesión” (ese día a las 6 de la tarde). Tus padres y yo vimos “No es tan fácil”, supuesta comedia que no nos hizo mucha gracia, en una sala para 200 personas en la que sólo estábamos siete incluidos nosotros. Cuando salimos, el Aqualon parecía un edificio fantasma pero el objetivo estaba conseguido, entre paseo y paseo ya eran las nueve de la tarde.

Por la noche cenamos temprano y nos quedamos pronto tu madre y yo solas en el salón. El supuesto programa de risa de José Mota estuvo regular. Después no teníamos ganas de ver nada de lo que ponían en la tele pero como no teníamos sueño se me ocurrió ver el primer programa tuyo de los que nos han copiado.

Lo cierto es que, a pesar de que pensamos que no podríamos, nos resultó muy agradable verte dando explicaciones sobre los materiales de pintura e incluso nos permitimos criticar tu bata. Así, viéndote pasaron las campanadas y los cohetes. Nos acompañaste mucho en esa hora y sentimos que seguías con nosotras.

Tu madre había decidido no coger el teléfono esa noche pero lo cierto es que la gente fue muy prudente y no llamaron. Tampoco hubo mensajes de móvil esa noche.

En fin, ya queda poco de estas “fiestas”.
Un beso, tu hermana.

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