jueves, 28 de enero de 2010

A veces la familia no se quiere enterar


Es curioso como una sola frase puede quedar marcada a fuego en tu mente. La persona que la dice la incluye en una conversación sin saber cuánto puede influir en los que la oyen.

Esta frase nos la dijo tu doctora cuando nos reunió para darnos el resultado de tu biopsia un mes más tarde de tu muerte. En aquel momento bastante teníamos, aún estábamos en shock y yo estaba obsesionada por saber la causa de tu muerte, así que no le respondí.

He revisado en mi mente todo una y mil veces y no encuentro en qué momento no nos quisimos enterar. Es posible que ella que se incorporó a tu caso a la vuelta de sus vacaciones no supiese lo que habían dicho tus doctores anteriores. Sólo tuvimos un veredicto y fue el que dio en aquel día horroroso a tu madre el doctor sobre un cáncer de esófago que luego no fue tal.

Yo sí pensaba o intuía que lo tuyo podía ser para largo y pesado pero en ningún caso mortal. ¿Por qué iba a pensarlo si no tenías diagnóstico y nadie había hablado con nosotros?

Ella nos dio una carta para entregar en Córdoba aunque ya habían remitido tu expediente. Siempre te dicen que no leas ese tipo de cartas porque puedes entender lo que no es. Yo, ya sabes como soy, la leí, un informe médico con una retahíla de pruebas con resultado negativo, tu tratamiento actual y tres posibles diagnósticos que incluían el no saber la causa (eso pusieron en tu certificado de defunción, fibrosis pulmonar idiopática) pero que no decían nada sobre el alcance.

Fui consciente de que estabas muy mal cuando salieron los cirujanos después de realizarte la biopsia pulmonar y nos dijeron muy serios que tus pulmones estaban muy mal pero aún así nos dijeron que te mandarían a casa en dos días a esperar el resultado.

Tu madre, seguramente por mi culpa ya que le he hablado varias veces de esta frase, se come mucho la cabeza por no darse cuenta de lo mal que estabas para como ella dice “comerte a besos” mientras te tenía, pero ¿cómo íbamos a darnos cuenta? Tu aspecto era inmejorable y se que incluso los médicos de Huelva se sorprendieron con tu muerte en Córdoba y la rapidez con la que ocurrió todo.

Jon, aún hoy, más de cuatro meses después, a todo el mundo que te vio en el hospital le sigue costando aceptar tu muerte tan aparénteme sano.


Un beso muy grande, Jhosebe.


P.D. Nosotros de pequeños con unos trajes crudos, iguales por supuesto, que supongo no durarían mucho así.

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