martes, 26 de enero de 2010

Los cuadros de Barcelona


Ayer fue un día horrible. Comencé yendo a una tienda de tu compañía del móvil para preguntar cómo liberarlo. He decidido quedarme con él y usarlo, así seguirá funcionando aunque sea a través de mí.

Cuando llegué me dijeron que había que esperar a los 18 meses (aún no hemos podido dar de baja tu línea) o que fuese a una tienda que los libere. Les conté que habías fallecido y que no podía encenderlo. Me ofrecieron enseguida un duplicado de tu tarjeta y me preguntaron unos datos, tu número de teléfono, código postal y DNI. Al ver que empezaba a decirlo sin consultar me dijo que necesitaba el tuyo. Yo les dije que era el tuyo, que sólo difiere con el mío en el último número, ¿cómo no voy a saberlo?

Salí de allí con la tarjeta temblando y encendí tu móvil esperando encontrar mensajes y llamadas perdidas incluyendo los mensajes que te envié cuando llevamos tus cenizas y en tu cumpleaños, pero no, no había nada, parece que mensajes y demás tienen una caducidad. Me alegré, así no pude regodearme en el dolor.

Una hora más tarde, llamaron a mi móvil. Me traían un “bultito”. Pensé, los cuadros, pero me lo dice con ironía ya que tienen un tamaño considerable. Llamé a casa nerviosa avisando de su llegada.

Todo comenzó hace un año y medio. Enviaste fotos de tus cuadros a una galería de Barcelona y de ellos escogieron algunos para exponer y vender. De ellos, que yo sepa, se vendió uno.

Estando en el hospital, entre rato y rato y aburrimiento me dijiste: “tengo unos cuadros en Barcelona que quiero que me devuelvan de una vez. Voy a darles tu nombre y tu teléfono y que los manden a casa”. Yo te respondí: “mira que eres liante, espérate a salir del hospital y lo organizas tú. ¿Qué más te da esperar un poco más?” Y ahí quedó la cosa.

Cuando falleciste, hablé de ellos con tu amigo Alex. Yo no sabía ni la galería ni cuántos eran pero me recordó que tu amiga Rocío vivía en Barcelona en aquella época.

Hablé con ella en la misa de Aljaraque y me dijo que estuvo contigo en la inauguración y que tenía fotos. Me las mandó y de las siete, tres eran cuadros tuyos y el resto no. Ya sabía que al menos tenían dos cuadros quitando el vendido. Me dijo que intentaría saber el nombre de la galería.

A las dos o tres semanas encendí tu portátil, revisé tus correos y contesté a tus amigos. Entre los enviados, había uno al galerista en el que le dabas mis datos el 8 de septiembre, el día que hablamos en el hospital. Como de costumbre, habías pasado de mí, seguiste con tu idea y no me hiciste caso pero gracias a ello supe el nombre del galerista.

Me puse en contacto varias veces con él y, por fin, ayer llegó un paquete de metro y medio por metro y medio con cinco cuadros dentro. Tu madre los recibió en casa y al verlos me llamó llorando al trabajo “ahora sí que lo estamos enterrando”. Y era cierto, por un lado quería cerrar este capítulo pero por otro ésta será la última entrega de cuadros por mensajería a nuestra casa.

Para mí el día se cerró como siempre pensando en ti pero volvió a mí la incredulidad. Veo tus cuadros, tus cosas en mi casa y me digo que esta vida no es real. ¿Cómo se distingue la realidad? ¿Cómo puede ser ésta en la que no volveré a tenerte conmigo?


Un beso, tu hermana.


P.D. Jon y Rocío junto a uno de sus cuadros en Barcelona en la inauguración de la exposición.

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