viernes, 20 de noviembre de 2009

Compañeras de mi Jon y mías


Lunes, día 16 de noviembre (mañana 17 fue el día que nos dejaste). Por fin, fuí a la clase de bolillos. No tuve más remedio, Sara, la profesora, no dejaba de preocuparse por mí, en casa me decían que tenía que hacer vida normal,... y tanta tabarra me han dado que fuí sin ir.


Mi cabeza estaba en otro lado, con mi Jon. Sabía que les iba a dar la lata, lloré lo que no está escrito. Entre ellas había alumnas suyas y dos compañeras de clase de su edad del colegio Antonio Guerrero.


Entre todos empezamos a hablar de él, de sus salidas y modo de ser. Una de sus compañeras contaba que estando en sexto curso (primer año que vivimos en Aljaraque) se iba a casar su maestra Doña Chari y pensaron hacerle un regalito pero había un problema, el regalo no se podía dar delante de todos. ¿Cómo hacían para que la maestra saliera afuera? A uno de ellos se le ocurrio la idea de decirle que uno se había caido y se había hecho una brecha pero lo del cascabel del gato, nadie quería ir a decir la mentira y, ¡cómo no! Jon saltó y dijo: iré yo y eso hizo.


Así era para todo, un quijote, un hermano, un niño grande todo corazón, capaz de involucrarse en todo sin pensar en los riesgos que pudiera tener para él.


Tengo que darle las gracias y muchos besos a mis compas de bolillos que tanto consuelo me dieron y supieron comprender mi dolor de madre, porque ellas también son madres y las madres estamos hechas para sobrevivir a nuestros hijos y esta vez la ley de la naturaleza se ha equivocado y nos hace vivir la vida al revés.


Jon y amatxu.

No hay comentarios:

Publicar un comentario