Adiós mi neure bihotza, adiós trozo de mi carne. Yo te parí porque Dios lo quiso y ahora tienes que ayudarnos a todos, a llamarte por tu nombre, a saberte y sentirte cerca de nosotros, a seguir teniendo tres hijos en nuestra casa. Además, tú Jon, eras todo sensibilidad y sabrás comprendernos y ayudarnos en nuestros problemas...
Ayúdanos desde donde quiera que estés. Lloraste el día de la entrada en el hospital, diciendo que iba a ser de nosotros ahora con tu enfermedad y te digo Dios sabe lo que hace y cuando lo hace, ¡nada más lejos de nosotros que la muerte con toda su crudeza!
Las decisiones de Dios son misteriosas pero siempre son a nuestro favor.
No me he ido, sólo estoy en el otro lado del camino.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
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