lunes, 23 de noviembre de 2009

Marchábase el soldado….

Éramos pequeños, muy pequeños y como siempre era Domingo. Me encantaba ir al pueblo a veros, a mis primos, porque podía correr sin miedo a los coches en el patio del colegio y …. La pizarra…. toda para mi; la romana con sus pesitas, la mesa de la maestra, los borradores. Os hacía gracia mi fascinación por el aula pero yo ya quería enseñar, siempre lo supe. Pero ese domingo no fuimos a tu casa, fuimos a casa de tus abuelos. Ella muy seria, muy señora, distante. Tu abuelo, grande no sólo de cuerpo, también de risa, sus ojos se volvían pequeñitos cuando se reía y nos quería a todos, a sus nietos y a los agregados, o por lo menos eso parecía. Teníais preparada una actuación para los abuelos, la habanera “Marchábase el soldado” y para que nosotras no estuviéramos de convidadas de piedra tuvimos que participar. Mientras tanto tu tío estudiaba oposiciones en la parte de arriba de la casa y luego se dedicaba a intercambiar cromos con todos nosotros. ¿Sabes capitán? Como siempre tu actuación fue muy novelesca y divertida. Yo aún la recuerdo. ¡Cuántas risas compartimos!

Miren

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